Cuando escuchamos Orientación Familiar seguramente si somos madres o padres y tenemos hijos pequeños, se nos abren los ojos y el corazón, al pensar que alguien de confianza nos pueda ayudar con nuestras dudas y dificultades en la Crianza y Educación de nuestros hijos.
A veces, cuestiones a simple vista sencillas, porque forman parte del día a día y son rutinas diarias, como vestir, recoger, irnos del parque, el momento de dormir, calmar una rabieta, atender un enfado o autorregular nuestras emociones o las del niño cuando ya estamos desbordándonos, es una tarea difícil. Muchas veces resolver estas situaciones nos hace sentir mal como madres o padres, porque vemos que no sabemos darle salida de un modo adecuado, que nos haga sentir bien a los padres y a los niños.
Cuántas veces recurrimos al grito, al “porque lo digo yo y ya está”, “¡es que me sacas de quicio!”, o “como vuelvas a hacer eso verás”. Todos necesitamos aprender a poner límites adecuados sin rigidez, a decir No y resolver conflictos sin romper el vínculo afectivo con nuestros hijos. Ellos necesitan sentir en todo momento nuestro amor incondicional, aunque hayan hecho algo por lo que les tenemos que reprender. Debemos comunicarnos siempre de forma respetuosa hacia el menor, con amor y cariño, aunque pongamos también firmeza cuando hablamos. El niño necesita sentir que aunque haya hecho algo que no es adecuado, sus padres le siguen queriendo igual, para construir ese apego seguro que lo llevará en su psiquismo toda su vida.
Cometer errores en la comunicación y relación con nuestros hijos es normal que suceda, y a todos nos pasa en algún momento. Lo importante es saber cómo repararlo, y tener herramientas para que no se convierta en una actitud y forma de relación constante y normalizada en la familia.
Ser madre o padre es una tarea muy difícil, la más complicada de nuestra vida, os lo puedo asegurar, juntamente con ser pareja. Y aprender a lidiar con las dificultades en la Crianza de un modo adecuado, es esencial si queremos construir con nuestros hijos ese vínculo emocional positivo, seguro, de confianza que haga sentir al niño protegido y bien amado. Además, gestionar adecuadamente las dificultades, como madres y padres, nos hará sentir bien con nosotros mismos.
Generar una Convivencia diaria constructiva es una tarea que hay que ir aprendiendo y realizando cada día. Por eso a través de la Orientación Familiar, las familias y las parejas encuentran el apoyo y las herramientas para reconducir conductas y situaciones difíciles que no saben cómo manejar.
De este modo, colaborando entre todos, Escuela, Familia y Orientadora, lograremos que ciertas conductas que repetimos cada día y normalizamos, como gritar para dar instrucciones, enfadarnos y hacer chantaje emocional al niño para que obedezca, culpabilizarle por enfadarnos o no hacer bien las cosas…..las iremos sustituyendo por otras conductas que ayuden al menor a desarrollar una estructura psicoemocional adecuada, y sobre todo, a crear un vínculo afectivo padres-hijos que favorezca la unión y el bienestar familiar.